miércoles, 15 de febrero de 2012

¿Cómo afrontar el camino?


Hay tantas formas de afrontar el camino como peregrinos salgan a hacerlo. No obstante, me voy a permitir incluir aquí algunos ejemplos de gente que yo me encontré por las sendas del camino de Santiago.

Los excursionistas que aman el camino: Gente que aprovecha la infraestructura del camino (albergues, hostales etc.) para disfrutar de la paz y la naturaleza… para visitar ciudades, degustar la cocina local de cada sitio por donde pasan y pasarlo bien. Normalmente no van solos, sino que van en grupo y hacen el recorrido planificado para cada ocasión a pie o en bici y después se vuelven a casa. Su objetivo no es llegar a Santiago ¿o si? pero su objetivo principal es hacer turismo de naturaleza.

Los excursio-grinos no esforzados: De estos en las fechas en que yo lo hice (invierno), no encontré a nadie, pero es que, si los había, yo no podía verlos porque ellos se mueven por el camino de otra forma y es poco probable encontrarnos. Si, claro, hay gente para todo y todo es admisible, siempre que haya el respeto debido.  Hay personas que salen al camino en medios motorizados (coches, autobuses etc)… van sellando sus etapas como los demás peregrinos pero no realizan el esfuerzo de hacer las etapas completas (en bici o a pie, como cada uno haya decidido hacerlo). Los que usan coches o autobuses, van en grupo y mientras uno lleva el coche hasta el punto “x”, los otros pasean un rato por el camino… ah! y el equipaje que lo lleve el coche o el autobús, por supuesto.

Los buscadores de relaciones: Hay diversidad en el objetivo de su búsqueda: amistad, compañía, pareja, sexo etc.  Pueden ser peregrinos o solo buscadores. En ambos casos disfrutan del camino, ya que cuando estás en él, tus propósitos iniciales se ven alterados por las vivencias del camino que  te atrapa y te guía por donde menos te esperas.

Los peregrinos que se buscan a si mismos: Muchos de los que salimos al camino, la primera vez deseamos que el camino nos ayude a reflexionar sobre la forma en la que afrontamos nuestra vida. La mayoría queremos encontrar otra forma de sentir, otra manera de vivir, otras motivaciones para dar un giro a nuestra vida y empezar a vivirla más plenamente. Muchos de esos peregrinos suelen ir solos la mayor parte del tiempo; de los peregrinos que yo me encontré en mis 50 días de camino entre febrero y marzo de 2.011 (no demasiados debido a las fechas), la mayoría eran de este tipo… caminantes solitarios que agradecíamos compartir, de vez en cuando, charla, comida, vivencias y relax con otros peregrinos, pero sin quedarnos atrapados en ninguna relación. Después de compartir durante la tarde o la noche, al día siguiente cada uno seguía su camino, solo, a su ritmo y con la misma necesidad de meditar y sentir en soledad.

Los peregrinos en compañía: Hay casos en los que varios amigos o compañeros de trabajo salen a hacer un tramo del camino que puede o no llegar a Santiago y lo hacen de forma coordinada en la planificación y después en las jornadas de marcha. No siempre van juntos aunque normalmente sí comparten, al menos, los finales de etapa y los sitios de descanso. Dado que en el camino continuamente surgen nuevos encuentros, es muy normal y yo diría que incluso muy conveniente, desapegarte de tus compañeros habituales para poder disfrutar de otras personas, otras vivencias, otros ritmos y otras formas de entender no solo el camino de Santiago, sino, sobre todo, el camino de la vida.

Los fanáticos-enamorados del camino: Gente de todas las edades, pero normalmente ya maduritos, que no pueden vivir sin estar cerca del camino. Hacen unas y otras rutas, dan vueltas y más vueltas hacia Santiago y en dirección contraria, recorren los senderos de este a oeste, de sur a norte y nunca tienen suficiente… siempre dispuestos a seguir disfrutando del camino, en cuanto sus ocupaciones se lo permiten.

1 comentario:

  1. Buenos dias:
    Al Camino me he acercado en verano, época de vacaciones, y he encontrado un tipo de peregrino distinto, el "atleto-grino, normalmento los he visto en pequeños grupos, dos o tres, los hay jóvenes y no tanto.
    Estos salen por la mañana sin otra motivación que correr y resistir, cuánto más mejor, una competición a muerte con sus compañeros y con cualquiera al que alcancen. Al llegar albergue hacen alarde de sus tiempos y sus ampollas y lesiones, eso si, no han tenido tiempo de ver ni sentir nada más.
    Buenos, una forma cómo otra de vivir.

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